Ayer por la noche, puntuales a las 21:00Malmö 040 hicieron vibrar la Sala B del CAEM con un concierto que se ganó al público desde el primer minuto. Salamanca vivió una de esas veladas en las que la música no sólo se escucha: se comparte. Y la banda catalana lo entendió perfectamente.

Un inicio que encendió la sala

El grupo salió al escenario sin grandes artificios, pero con una intención clara: conectar. Abrieron con “Los de siempre”, un arranque perfecto para una sala abarrotada que respondió de inmediato. A pesar de ser un espacio íntimo, la energía que se generó dentro de la Sala B fue la de un público que llevaba tiempo esperando verlos en Salamanca.

La acústica del CAEM jugó a su favor: guitarras limpias, voces bien mezcladas y una presencia escénica que se sentía más grande de lo que el tamaño de la sala sugería.

El repertorio se construyó con inteligencia, alternando momentos de intensidad con otros más introspectivos. “Inmortal”“Llévame a casa”“A dónde ir” y otros clásicos recientes marcaron el camino. El público cantó con ganas todos y cada uno de los temas.

Entre canción y canción, los chicos de Malmö 040 demostraron la misma humildad y naturalidad que caracteriza su crecimiento. Y eso, en directo, siempre suma.

En un memonto determinado del concierto presentaron un nuevo tema «Godzilla» para que el publico valorara si el tema merecia sacarlo o no ya que dentro de la banda hay discrepancias sobre si funcionaría o no. Sin duda es un tema que encaja perfectamente en el formato de la banda.

La producción fue sencilla, pero impecable. Sin excesos, sin pretensiones. Sólo música bien ejecutada en un escenario cercano. La iluminación acompañó con calidez, y el sonido —algo que siempre preocupa en salas pequeñas— fue notablemente equilibrado: ningún instrumento invadía al otro y la voz se mantuvo clara durante todo el concierto.

“La vida está hecha de pequeños grandes momentos como este”. Una frase que, tras la noche de ayer, cobró todo el sentido.

Cuando las luces se encendieron, el público salía con la certeza de haber visto algo honesto, emocionante… y necesario.

Malmö 040 demostraron anoche que su crecimiento no es casualidad. Su paso por la Sala B del CAEM fue un ejemplo de cómo un concierto pequeño puede sentirse enorme cuando hay verdad sobre el escenario.

Una noche que, sin duda, quedará en la memoria de quienes estuvieron allí.

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