Salamanca rugió al ritmo del metal más heroico y desvergonzado con la parada de la gira Battle of Metal. Una de esas noches en las que el escenario se convierte en campo de batalla y las guitarras suenan como si fueran espadas afiladas.
La cita tenía truco: los alemanes Grailknights se caían del cartel por motivos médicos, pero el relevo lo cogieron Induction, y vaya si cumplieron. Su vocalista Gabriele Gozzi puso la voz, pero el auténtico general de este ejército es Tim Hansen, hijo del mítico Kai Hansen (Helloween, Gamma Ray), que demostró que el talento se hereda, pero el carisma se curte a base de riffs.

Con temas como “Born From Fire”, “Love Kills” y “Dark Temptation”, los Induction calentaron motores y ganaron terreno tema a tema. A mitad de concierto ya tenían al público haciendo headbanging como si no hubiera mañana. Y ojo a “Queen of Light”, donde el batería Markus Felber se llevó media ovación él solito.
Después llegó All For Metal, comandados por Tetzel Schmidt y Antonio Calanna, dos tipos que parecen salidos directamente de una película de Conan el Bárbaro con armaduras, martillos y poses imposibles. Desde el primer acorde de “Gods of Metal”, aquello fue una descarga de testosterona, confeti y heavy sin vergüenza ni medida.
El público entró en trance con “Run”, “Hear the Drum” y “Raise Your Hammer”. La locura total llegó con “Valkyries in the Sky” Y para cerrar, “Goddess of War” dejó claro que All For Metal no vienen a tocar, vienen a conquistar.
Quizás lo mejor de todo fue ver a un par de chavales en primera fila flipando con lo que pasaba en el escenario. Si el metal tiene futuro, estaba ahí, con ellos.
Porque, al final, noches como esta en la Sala B del CAEM son las que mantienen viva la llama. Salamanca no será el epicentro del metal mundial, pero cuando se arma una batalla así… ni los dioses se atreven a perdérselo.
