El rock volvió a rugir en Potemkim
El pasado sábado, la Sala Potemkim se convirtió en el epicentro del rock salmantino. No era una noche cualquiera: DENISDENIS aterrizaba en la ciudad con ganas de dejar huella, y lo consiguió.
Old Virginia: el despegue perfecto
Los encargados de abrir fuego fueron Old Virginia, una banda local que demostró que no hay que cruzar fronteras para encontrar talento. Con un sonido crudo, directo y lleno de alma, se ganaron al público en apenas unos minutos.
Su mezcla de rock con indie en español hacen que gusten. No fueron un simple telonero: fueron la chispa inicial que encendió la mecha de una noche que prometía —y cumplió— con creces.
DENISDENIS en escena: una descarga sin filtros
Tras una breve pausa, llegó el momento. Las luces bajaron, los primeros acordes retumbaron y DENISDENIS salió a escena con la seguridad de quien sabe lo que tiene entre manos.
Desde el primer tema, la banda desplegó su mejor versión: potente, compacta, con un directo sólido que sonó tan pulido como visceral.

Fotografía: Rubén Benito
La Sala Potemkim respondió a cada golpe de batería, a cada riff, a cada estribillo coreado como si todos los presentes formaran parte del mismo grupo. Temas como «no voy a parar», «las humedades», «nuestra historia» o «Baile de almas» no dejaron a nadie indiferente.
En el último disco, producido por José Caballero (y grabado en Neo Music Box en Aranda de Duero), se puede apreciar la influencia de José Caballero, los sonidos, etc al igual que se pueden ver en Arde Bogotá, Izal, Shinova…
Rock sin artificios, solo verdad
DENISDENIS demostró en Salamanca que su crecimiento no es casualidad. Tienen carisma, un sonido propio y la capacidad de llenar una sala sin necesidad de artificios.
La Potemkim volvió a vibrar con lo que mejor sabe ofrecer: música en directo, sudor y verdad.
